dilluns, 30 de juliol del 2018

Javier Santaolalla: «Quiero normalizar la ciencia y que hablar de física cuántica sea algo común entre los jóvenes»


«El mundo se divide entre los que no saben quién es el Rubius y los que no entienden que haya gente que no lo sepa. Uno de mis objetivos es traducir el castellano al millennial y el millennial al castellano, porque los millennials nos van a pagar las pensiones y estamos condenados a entendernos con ellos». Así empezaba su charla Javier Santaolalla, divulgador científico y youtuber, que el pasado 19 de julio estuvo en el Encuentro de Divulgadores organizado anualmente por la UCC+i de la Universidad de Barcelona con el apoyo de la FECYT. Durante casi dos horas, explicó su experiencia como youtuber científico, desveló todos los secretos de Youtube y sugirió consejos para aprovechar al máximo esta plataforma como herramienta de divulgación científica.


Santaolalla nació en Burgos en 1982 y estudió Ingeniería Superior de Telecomunicaciones en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es licenciado en Física por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y tiene un máster en Física Fundamental (UCM) y un doctorado en Física de Partículas (UCM). Ha sido investigador en el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (proyecto Galileo), ha ganado una beca predoctoral del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) para investigar en el CERN (experimento CMS) y ha hecho un posdoctorado en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, conjuntamente con el CERN.

Con la vocación de hacer llegar todo su conocimiento científico a un público no especializado, en 2015 puso en marcha el canal de Youtube Date un Voltio, luego creó Date un Vlog, y muy recientemente ha abierto el canal Date un Mi. Sus vídeos, que acumulan 30 millones de visualizaciones a pesar de tratar temas muy densos —los agujeros negros o la materia y la antimateria— son enérgicos y contienen grandes dosis de humor. Antes, Santaolalla ya era fundador y miembro activo del proyecto de monólogos científicos The Big Van Theory y había escrito su primer libro: El bosón de Higgs no te va a hacer la cama. Después, ha publicado dos más: Cómo explicar física cuántica con un gato zombi e Inteligencia física.



Aprovechamos su paso por la universidad para que nos explique en qué momento decide colgar la bata blanca, salir del laboratorio y dedicarse a la divulgación.

¿Cómo era Javier Santaolalla de niño?
De hecho, no era el típico niño friki que lee libros y está parado. Era hiperactivo y tenía muchísima energía. Quizás esta curiosidad por la ciencia estaba ahí, pero más apagada. Lo cierto es que las matemáticas y la física me fluían de una forma especial en comparación con otras materias y me gustaba operar con ellas, me resultaba fácil. Por eso tenía claro que me quería dedicar a la rama científica más pura.

Te matriculas en Ingeniería Superior de Telecomunicaciones, pero te acabas doctorando en Física.
Hago bien primero y segundo, y es en tercero cuando empiezo a darme cuenta de que la ingeniería no me convence. Descubro a Hawking, leo cosas de cosmología, de relatividad y de física de partículas, y es ahí cuando descubro que eso es lo que de verdad me gusta. El gran impulso nace entonces, a los veintiún años, y me matriculo en Física en la UNED, continúo la ingeniería y, de ahí, voy directo al doctorado. Yo quería ser investigador. Porque a mí lo que me gusta es aprender y una de las cosas buenas de la investigación es que todos los días aprendes algo nuevo, y eso a mí me vuelve loco.

¿Pero en qué momento dejas el CERN y te lanzas a hacer monólogos, escribir libros y crear vídeos para Youtube?
De hecho, a mí siempre me ha gustado contar las cosas que aprendo. Me fascina aprender una cosa y contarla. Soy muy intenso y además soy muy impresionable. Cuando estaba en la universidad, al llegar a casa, compartía lo que había aprendido. Emocionado, se lo contaba a mi madre. En ese momento, ya estaba divulgando, pero a pequeña escala. Con los años de estudio me fui volviendo introvertido y cuando terminé el doctorado había desarrollado una personalidad muy cerrada en sí misma. Me relacionaba únicamente con mis partículas y con otros investigadores, pero eso no me satisfacía. Entonces empecé a hacer las visitas guiadas al CERN y descubrí que establecía una conexión muy especial con aquellas personas. Alguien me había llegado a decir: «Me has cambiado la vida», y eso es muy gratificante y también muy adictivo. Después vinieron los monólogos científicos, luego mi primer libro y, finalmente, Youtube, que es el centro de control neurálgico de todas las operaciones de los millennials.

La apuesta por los libros, en un mundo eminentemente digital, tiene mérito. ¿A quién van dirigidos?
Mis libros van dirigidos al Javier de diecisiete años. A mí me hubiera gustado encontrar a alguien que me contara cosas impactantes con un lenguaje ameno y cercano. El objetivo es contar lo más atractivo de la ciencia, rebajando el lenguaje, poniendo muchísimo humor y utilizando analogías que sirven para entender mejor los conceptos.



En Youtube estás teniendo un éxito extraordinario: tus canales ya acumulan 30 millones de visitas. ¿Te quitan el sueño las audiencias?
Existe el runrún de si dejará de verme la gente porque, a pesar de no estar mirando las audiencias todo el tiempo, soy consciente de que mi éxito depende de que a la gente le guste lo que hago. Ese miedo está ahí. No te puedes acomodar. Hay que renovarse y plantearse siempre nuevos retos. Quiero dar lo mejor de mí mismo y soy muy perfeccionista. Por ejemplo, me funcionó muy bien hablar de Stephen Hawking al principio, pero ahora cada vez que digo la palabra Hawking pierdo un seguidor. Es normal, la gente quiere algo nuevo siempre.

Mayoritariamente, el público de tus canales es gente muy joven, de entre catorce y veintitrés años, así que tienes el poder de fomentar vocaciones científicas.
Totalmente. Me encantaría que la juventud, poco a poco, tome la ciencia como una parte de sus vidas, y del mismo modo que es ridículo no saber cuál es la capital de Francia, sea igual de ridículo no saber quién hizo la teoría de la relatividad general y en qué consistió. Quiero normalizar la ciencia, que hablar de física cuántica sea común entre la juventud. Yo aspiro a que me vea quien ve al Rubius cuando se canse del contenido vacío del Rubius y quiera profundizar en algo. Porque me gustaría transformar la sociedad y llevar la ciencia a las calles. En ese sentido, para llegar a un público que quiere entretenimiento, he creado un tercer canal: Date un Mi, donde hago entretenimiento científico, hablo de cosas más mundanas, pero cuelo la ciencia.

dimecres, 11 de juliol del 2018

FINS QUE S'AMAGUI LA LLUNA

Vull calçar-me uns talons d’infart, pentinar-me les pestanyes i desconnectar el disc dur. Vull un sopar amb espelmes i que brindem set o vuit vegades amb aquell Montsant que ens fa tornar bojos. Necessito que em facis morir de riure amb la broma de les mandonguilles, que ja me la sé de memòria però sempre funciona.

Vull que em miris d’aquella manera, que em recordis tots els detalls del dia que et vas enamorar de mi i que em repeteixis que t’has passat mitja vida buscant-me. Vull confessar-te que ningú em fa sentir com tu, que el teu somriure em desarma i que no conec cap refugi que sigui millor que els teus braços.

Vull que perdem el món de vista i que siguem els últims en sortir del restaurant. Que em donis la mà i passegem i que ens en fotem del que ens ha costat arribar fins aquí. Vull que em deixis besar-te mil i una vegades i que anem a ballar fins que s'amagui la lluna.

dijous, 5 de juliol del 2018

CANSADA D'ESTAR CANSADA

De totes les situacions estressants que has viscut a la vida, aquesta és –amb una diferència abismal– la pitjor. Mai havies tingut tan poc temps i tantes coses per fer. I tu, que ets cagapresses d’ofici, ho portes fatal. 

A una mudança que està sent mortal de necessitat i que acabarà amb la teva salut física i mental, s’hi afegeix el neguit de no saber si el petit s’adaptarà bé a l’escola bressol, la impotència que acumules perquè la mitjana entra cada dia plorant a un casal que semblava fet a mida per a ella, i certs nervis perquè el gran, que per a tu encara és molt petit, ja torna tot sol a casa. 

Et deu haver agafat molt baixa d’energia. Sinó, no t’ho expliques. Et tenies per una dona forta. Has treballat des que tens ús de raó i has combinat sempre els estudis amb la feina fent jornades laborals de vegades maratonianes i, sovint, en tres llocs alhora. Però mai mai mai mai mai mai t’havies sentit així. Estàs esgotada a tots els nivells. 

Dorms poc i malament. Et costa trobar temps per tallar-te les ungles i demanes hora per anar a la dutxa. En els trajectes en metro fas llistes amb tot el que encara falta per fer i estableixes un ordre de prioritats en un calendari ideal que no es compleix ni a la de tres. La mudança i el que s’hi deriva monopolitzen totes les converses amb el Marc. No recordes l’última vegada que vas seure al sofà a mirar el Polònia. De fet, és que encara no has instal·lat la tele, ni el telèfon, ni has pogut fer el trasllat d’internet (tot i que això últim no et preocupa gens: és el millor d'aquesta situació perquè no t’has de barallar amb el nen perquè deixi estar l’iPad). 

Fins ahir no vas anar a encarregar la placa de la bústia, no hi ha els porta-rotlles del paper del vàter ni els tovallolers, caldrà canviar el sofà perquè el que tenies no hi cap, a la galeria fa falta un moblet pels productes de neteja i un carro per a les cebes i les patates, ja estan totes les llibreries muntades però no veus el moment d’omplir-les, et falta espai per a la roba, encara hi ha desenes de capses amuntegades en fileres per tot el passadís i no trobes una caixa que era molt important. 

De fet, estàs cansada d’estar cansada. Vols recuperar la teva vida. La teva rutina. El teu dia a dia normal. Necessites anar a passejar amb els pirulos, parar a fer un Cacaolat i veure la vida passar.